viernes, 3 de octubre de 2008

En el boxeo del amor


La popularización de Internet nos ha ofrecido nuevas formas de comunicación alternativas, sin embargo hemos escuchado a los profetas de la comunicación que la supuesta interactividad que existe entre los conectados en red, si bien es cierto, intenta brindar una analogía con el mundo real, no puede reemplazar al contacto personal. Estoy muy, muy convencida de esto, ya que ahora no dejo de morderme los labios de la impotencia de querer discutir, pues estoy conectada al msn, y tengo en mis contactos como conectado a mi ser amado, quien está molesto, por una falta mía de impuntualidad por razones externas, y aunque me diga que no lo está, yo lo siento. Ya me he disculpado con él (sinceramente que lo hice), y con su respuesta: ya, normal… y seguido de un silencio total me hace imaginar cómo está su rostro, y por consiguiente su estado de ánimo, le pregunto: ¿sigues molesto? Y responde: no.

¿Eso es todo? Es todo lo que puede decir… así me arranque los pelos aquí, no puedo hacer nada para que me hable, aunque le mande mil y un zumbidos con mi limitado click y aunque se diera la fantasiosa posibilidad de poder meterme en la computadora y salir por la suya para sacudirlo y decirle HABLA!!! sé que él dirá: ah? si, no, aja, ya. Hombres!!! ¿Quién los entiende? Se molestan engreídamente, por algo tan simple, y creo que hasta se enfurecen aún más cuando uno se disculpa. Sé que ese “normal no te preocupes” significa varias respuestas, pero que por la barrera del internet no puedo leerlo en sus ojos, así encienda su cámara.

Pero no puedo moverme del trabajo, para ir y discutir cara a cara con él, sólo me queda esperar que llegue la tarde. Cierro el msn, y me concentro (aparentemente) en mi labor, sin embargo de rato en rato pienso en el tema, y digo: si yo hubiera sabido de antemano que esto me iba a retrasar no le hubiera fallado, pero por otro lado él debe comprender, si estaría en mi lugar yo lo hubiera hecho… creo. Después de darle tantas vueltas, sólo concluí en que debía esperar a qué me diga él.

Son las dos de la tarde, hora de encontrarnos, para mí el ring estaba listo, yo estaba en guardia para el primer golpe (literal, claro) y sorpresa mía, recibo un beso de Tito, ¿what?… por lo visto ya le pasó, supuse que se había calmado y que esperaría el momento apropiado para lanzarme sus dardos acusadores, así que mientras almorzábamos, ambos nos mirábamos como esperando que uno inicie la conversación. En mi mente decía: ah sí, estás esperando que yo empiece no papito? ya me disculpé, ahora si quieres decir algo, bienvenido sea, te escucho. Y… nada, absolutamente nada, solo hablamos de temas laborales, nos despedimos y cada uno a su trabajo otra vez.

En la noche ya un poco más relajada, después de haber tenido un día pesadito en el trabajo, sin esperar ningún ataque, me senté a su lado, puse la cabeza en su hombro, y de pronto, comenzó… por fin había sonado la campanita del segundo round. Él como todo un profesional, comenzó a sustentar su molestia, y su hipótesis de lo que me había pasado para no cumplir con mi palabra, terminó de hablar y comencé yo explicando con lujos y detalles la realidad del asunto y recalcando mi sincero “lo siento”, después de unos quince minutos de haber agotado nuestras fuerzas, terminó la erupción del volcán en un cálido lago, un abracito, un besito y… a mi casa a dormir :P

Arregla las cosas, por más mínimas y ridículas que parezcan, discútelo, ojo que discutir no significa pelear, etimológicamente significa “sacudir algo para separarlo”, sacude las palabras para ver si el argumento es sólido, y así llegas a un acuerdo. Si no, estarás “llenando tu saco” como comúnmente se dice, grano a grano cargarás un gran peso hasta hacerlo insostenible y por consecuencia terminará rompiendo la relación.

No hay comentarios: